EL APOCALIPSIS
Apocalipsis, último libro del Nuevo
Testamento, rico en alegorías y sujeto a numerosas interpretaciones legítimas. En ocasiones, la obra se denomina Revelación.
Ambos nombres tienen su origen en la primera palabra de la obra en el original griego, apokalypsis ('revelación').
Los Cuatro Jinetes del
Apocalipsis
En su obra Los Cuatro
Jinetes del Apocalipsis (1887; Museo de la Religión y el Ateísmo,
San Petersburgo, Rusia)
el pintor ruso Víktor Mijáilovich Vasnetsov representó una de las más
conocidas escenas bíblicas
referidas al final de los tiempos, que es recogida en el libro del Apocalipsis.
AUTOR
El autor se llama a sí mismo Juan,
y la tradición eclesiástica ha sostenido que se trata de san Juan Evangelista. Sin embargo, muchos especialistas, tomando
en consideración pruebas tales como las diferencias lingüísticas entre el Apocalipsis y el Evangelio según san Juan (también
atribuido por la tradición a Juan Evangelista) se sienten más inclinados a atribuirlo a algún otro destacado cristiano de
la Iglesia primitiva, sugiriendo, por ejemplo, que fuera el apóstol Juan Marcos o Juan el Viejo. Está generalizada la opinión
de que fue redactado en la isla de Patmos, una de las del Dodecaneso en el Egeo, a la cual el autor quizá fuera desterrado
"por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús" (1,9). Allí, quizá durante el reinado del emperador romano Vespasiano
(69-79 d.C.), aunque con mayor probabilidad bajo el del emperador Domiciano, el autor oyó "una gran voz como de trompeta"
diciéndole "lo que veas escríbelo en un libro y envíalo a las siete Iglesias: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes,
Filadelfia y Laodicea" (1,10-11).
Fue escrito para preparar a los cristianos
ante la última intervención de Dios en los asuntos humanos. La primitiva Iglesia creía que este acontecimiento no tardaría
en llegar. Cuando se produjera comenzaría una nueva era en el mundo, en la que Cristo y la Iglesia resultarían triunfantes.
Sin embargo, antes se agravarían e intensificarían los males y terrores del orden mundial existente. El autor del Apocalipsis
parece haber interpretado el empeoramiento de las condiciones de los cristianos durante el imperio de Domiciano como una señal
del comienzo de este periodo catastrófico. Al parecer, escribió sobre todo para alentar a los cristianos a resistir durante
esta aterradora crisis final, en la confiada esperanza del advenimiento de una inminente era justa para la eternidad.
FORMA LITERARIA
Se coincide en que Juan,
al comunicar a sus correligionarios cristianos "lo que has visto, lo que ya ves y lo que va a suceder más tarde" (1,19), eligió
deliberadamente un vehículo literario que pudiese ocultar su mensaje de los enemigos de la Iglesia. Este vehículo fue un apocalipsis,
un estilo caracterizado por una interpretación simbólica y una predicción de acontecimientos que por lo general se presentaba
en forma muy elaborada. Los símbolos apocalípticos se inspiran en los libros proféticos del Antiguo Testamento y en la tradición
cristiana común. Indudablemente, los primeros lectores del libro comprendieron sus visiones e imágenes, pero en los siglos
transcurridos desde la redacción del Apocalipsis, se ha perdido la clave del significado original de su simbolismo. Los esfuerzos
por recuperarla han generado sistemas de interpretación muy divergentes, aunque ninguno puede afirmar que ha acertado sin
discusión en la interpretación del sentido del autor.
El escritor estadounidense Robert Frost (1874-1963) recita un fragmento de su poema Fuego y hielo,
que constituye una incisiva reflexión sobre el apocalipsis: "Unos dicen que el mundo terminará
presa del fuego, / otros dicen que del hielo. / Por lo que pude aprender del deseo /
me adhiero a los que hablan a favor del fuego. / Pero si tuviera que perecer dos veces, / creo conocer lo suficiente
de la ira / para
decir que la destrucción por hielo / también es estupenda / y bastaría".
En nuestros días, el Apocalipsis
es altamente apreciado por su magnífica calidad literaria, por su descripción de una crisis histórica del cristianismo, por
su sublime dramatización de la lucha contra el mal, y por sus visiones de Dios y su última redención eterna de los justos.
Fuente: Encarta2005
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